Friday, December 21, 2012

Análisis de los personajes en el primer cuento


   Los dos personajes principales del cuento son el presidente y Lázara. Homero es un personaje importante, pero él es un constante y no cambia mucho, pero los otros experimentan cambios de personalidad y como parecen al lector. 

   Al principio, el presidente parece triste, aislado, y tacaño. Siempre está solo, absorto en sus pensamientos en el parque o contemplando los atardeceres, y siempre pensando en la muerte. Roba flores en vez de comprarlas, y deja una propina mezquina en el restaurante. Tenía ínfulas de una aristócrata y parece que él sólo quería ahorrar su dinero para su mismo.

   Cuando nos damos cuenta de que el presidente es pobre, todas las cosas tacañas que hizo no parecen así. Sentimos compasión por el hombre viejo, quien por lo visto, ha vivido su vida desterrada sin desgracia, sino vivía digna y noble. No había preguntado ayuda de nadie hasta el momento en que ofrece las joyas a Homero. Casi, el presidente vivía en la pobreza con menos vergüenza que Lázara, la que había cambiado todo en su casa para no parecer tan pobre para la visita del presidente y la que trataba de conseguir dinero de alguien, lo que casi no conocía. 

   Por lo visto, el presidente es la imagen de la dignidad de la pobreza. En la misma situación dudo que yo pueda vivir como si no tuviera arrepentimientos. Es una gran caída descender de la clase más alta en la sociedad sin limitación, a un refugio viejo y enfermo que vive en un solo cuarto y que ha gastado todo su dinero. Más aún, perdió tanto una esposa como su único hijo, y quedaba solo en su exiliado. Si yo fuera el presidente, estaría enojado con el mundo y no estoy seguro de que pudiera continuar la vida con la cabeza bien alta. Es obvio que el presidente es un poco solemne, pero es fuerte de espíritu y puede disfrutar lo que permanece en la vida, como el café, o como Homero lo vio una vez, “bajo la primera llovizna, sin abrigo ni paraguas, haciendo la cola con los estudiantes para un concierto de Rubinstein” (30).

   Los pasados de su vida han formado la vida presente para el presidente. Él sabe que parte de su campaña aborrecible era la culpa suya y parte no era la suya. Sabe que la gente lo odia y piensa que él es un hombre terrible. Por eso, el presidente dijo que, “la mayor victoria de mi vida ha sido lograr que me olviden”. Pero, el no odia a si mismo por lo que ocurrió en el pasado. Acéptalo y continua con su vida, tratando de disfrutarla como pueda. Es de notar de que durante todo el cuento, no sabemos el nombre del presidente. No lo tiene. Él es la que quisiera ser, una fantasma, perdida a las memorias de todos.

   Aunque él envejecía y era más débil al fin del cuento después de la operación, el presidente se animaba mucho también. Parece más vivido porque volvió a hacer las cosas que le gustaron y los que no son bien saludables como comer la carne, beber el café, tomar el ron, y fumar los cigarrillos. “No se sentía mejor, por supuesto, pero tampoco peor” (47). Volvió el dolor pero ésta vez, no le hizo caso, y “decidió vivir la vida como viniera”. Bebió el café, pero no escrutó el fondo de la taza para predecir su destino. Es posible que era la falta de esas cosas gozadas que le hizo enfermo al principio. Quizás éste es un mensaje de Marquéz que sólo vivimos una vez, y puede ¡empeñarse a vivir o empeñarse a morir!

   Lázara al principio, era una persona muy dura y severa, y parece obsesionada con el dinero y era muy cruel y implacable con el presidente. Está ciega a la realidad que lo no es un aristócrata rico, y solo vea el presidente como quiera: alguien que tenga lo que ella y su familia no tienen, y que viva una vida sin preocupaciones como la falta de dinero. El dinero es lo que se hace Lázara odiar al presidente y lo que separa las dos personas al principio. Cuando Homero y Lázara descubren que el presidente es verdadero pobre, ella tiene un cambio de corazón casi instantáneo. Sus motivos cambian a ayudar este pobre viejo, lo que vive en condiciones peores que ella. Tomó su ropa mojada del cuarto “sin consultárselo y se la llevó para secarla y plancharla en la casa” (44). Este acto callado era un de entendimiento y compasión profundo.

   La cosa que me conmovió más era el cambio de sentido de Lázara con el presidente y la preocupación ella tuvo por él. Después de la operación el presidente era tan vulnerable, perdiendo su pelo y sin capaz de caminar, y “Lázara se quedaba a dormir a su lado para ahorrarle el gasto de una enfermera nocturna. Uno de los enfermos el cuarto pasó la primera noche gritando por el pánico de la muerte. Aquellas veladas interminables acabaron con las últimas reticencias de Lázara” (45). La realidad de la situación le hace pensar Lázara en lo que es más importante que el dinero: la compasión. Se dio cuenta de que es más importante cuidar de alguien que necesita ayuda, más que vale el dinero.

   Pienso que ella se vio su vida de un perspectivo diferente después de conocía el presidente. Sí, ellos estaban pobres pero tenían uno al otro. El presidente tenía nadie, entonces, necesitaba ayuda más que ellos. Al menos, Homero tenía un empleo, el presidente no. Lázara tenía vecinos que darían prestas sus cosas, los vecinos del presidente eran “emigrantes asiáticos y mariposas de la noche” (29) en un barrio triste, y más aún, mucha gente que le conocía, le odia. Finalmente, el presidente ya está cerca al fin de su vida, y Lázara se da cuenta que aterrador es la muerte inminente. A ver como vive alguien con menos recursos y menos tiempo para vivir, es seguro que Lázara vea su propia vida con más agradecimiento que antes. 

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